lunes, 30 de noviembre de 2009

Nunca es tarde para iniciar algo La historia de Kimani Maruge



Nunca es demasiado tarde para aprender " Kimani Maruge.
 Es imposible entrar en una clase de la escuela primaria de Kapkenduiywa, Kenia, sin darse cuenta de la presencia de Kimani Maruge. Con sus largas piernas dobladas debajo de la mesa pequeña, su rostro gentil grabado con arrugas, su altura que es el doble de los demás alumnos y su edad, 17 veces mas que la mayoría de sus compañeros de clase.
 
A los 85, es el único alumno que usar un audífono, el único con un bastón y el único en ser un veterano de la rebelión de los Mau Mau contra el colonialismo británico en la década de 1950.

Según el Libro Guinness World Records, certificado que le entregó y lo hizo famoso, Kimani es el alumno de más edad en una escuela primaria, pero es tan travieso como cualquier niño en la clase.
 
"He esperado más de 80 años para ir a la escuela", Kimani nos comenta en el recreo. "Entonces, el año pasado, Kenya introdujo la educación primaria gratuita y yo sabía que era mi única oportunidad”.
 
"Al principio, la escuela se negó. Pero una vez que decidí venir, nadie me íva a detener".
 
"Fue muy importante para mí", dice. "el 5 de enero fue el primer día que fui a la escuela. Y también fue mi cumpleaños número 84."
Jane Obinchu, directora de la escuela rural en el sur-oeste de Kenia se ríe cuando recuerda la sorpresa de ver a un anciano que había personalizado su uniforme cortando las piernas de los pantalones y las mangas de su camisa.
 
Había llegado sin previo aviso en el primer día de clases.


"Al principio, pensamos que era una locura", dice la Sra. Obinchu. "Pero sabía que tendría que admitir a un hombre que estaba tan decidido a aprender. "Estábamos todos conmovidos por su persistencia, y mas cuando le dijo a los maestros: prepárense para el alumno más antiguo que hayan tenido".
Ahora la historia ha inspirado a muchos e incluso ha despertado el interés de los guionistas de Hollywood. En su pequeña oficina, la Sra. Obinchu sacude la cabeza. "Tenía 84 años cuando se unió a nosotros, pero creo que es cada vez más joven".
 
Kimani no recibe ningún tratamiento especial, excepto que se le permite tomar el té en tiempos de descanso.
"Una persona nunca es demasiado viejo para aprender", dice mostrando su libro de ejercicios donde ha ido haciendo anotaciones con su pluma azul.


"He sufrido tantos problemas por ser ignorante. La gente solía hacer trampa cuando me compraban lo que vendía. No podría escribir mi nombre o leer la Biblia. Al principio, la directora dijo que no me aceptaba. Pensé que debía ser porque no tenía uniforme, por lo que ahorré y me compré uno. Mi próxima meta es ser capaz de leer y escribir mejor que mis nietos, que están en los grados superiores al mío. "
 Ezric Muniu, maestro que por lo regular da clases a alumnos de 5 a 8 años de edad, le sonríe a su alumno estrella, cuyo sobrenombre es Guga, o abuelo.
"Si Kimani hubiera asistido a la escuela hace 80 años, seguramente se habría convertido en profesor", dice con tristeza. "Él es tan brillante. Cuando llegó, no podía escribir su nombre, pero ahora hasta lee los periódicos. Estamos aprendiendo mucho de él."
Kimani presenta a sus dos amigos de la escuela, Joseph Mwangi y Charles Mwonga, ambos de 8 años de edad. Ellos no se pueden imaginar un momento tan atrás como 1920, cuando nació su compañero de clase.
"Pensamos que era muy gracioso al principio", dice Joseph. "Pero ahora él es nuestro amigo. Él nos enseña canciones y nos cuenta historias de los viejos tiempos."

 Carlos está de acuerdo. "Mis abuelos viven muy lejos de aquí, así que es bueno que podamos tener Guga".
Usando su bastón, Kimani cuenta de a sí mismo y explica por que no tiene nombre británico, sólo el nombre de África con el que nació.
"Esto es porque durante el tiempo del levantamiento de los Mau Mau, los británicos mataron a dos de mis hijos y me cortó uno de mis dedos de los pies cuando me torturaban".

Sonríe ampliamente. "Pero no se preocupen, los he perdonado. Un británico me dio su bicicleta y, desde entonces, he decidido que no todos los británicos son malos."
En su familia, el era el mayor de siete hijos, y siendo muy pobres, Kimani tuvo que ayudar a su padre en los campos, para que a sus hermanos menores les fuera posible ir a la escuela. A pesar de su edad, todavía trabaja como jornalero agrícola en las tardes y los fines de semana, cuando no está haciendo sus deberes escolares.
"Sigo siendo un hombre pobre", dice. "No tengo tierra de mi propiedad y debo trabajar en los campos de maíz. Pero al menos me estoy convirtiendo en un educado."
Kimani ha enterrado a 10 de sus propios hijos.  
"Dos se perdieron durante el levantamiento, pero he perdido a otros ocho simplemente por la pobreza. Siempre he sido un hombre pobre - y un hombre pobre no puede enviar a sus hijos al hospital cuando están enfermos".
A los 85, Kimani es de los pocos que se considera han vivido el doble de la esperanza media de vida de la gente de Kenia.

"Mi secreto es que junto las hierbas silvestres, raíces, cortezas y hojas del bosque y las mezclo con miel", revela. "Tomo una cucharadita tres veces al día".
El alcanzar el sueño de un hombre, de la educación primaria gratuita, le ha costado muy caro Kenya ya que ahora sus escuelas están padeciendo un desesperante hacinamiento.

Kapkenduiywa, es una comunidad afectada por la pobreza, cerca de Eldoret, sólo había 375 alumnos hace dos años. Desde entonces, la escuela ha tenido que construir aulas de madera para un extra de 515 estudiantes.
"La educación gratuita ha causado problemas, pero estamos contentos de que muchos niños tienen la oportunidad de aprender", dice la señora Obinchu.
 
"Esta es un área terriblemente pobre. Contamos con más de 30 huérfanos que asisten a la escuela. La mayoría de los padres son trabajadores ocasionales y muchas familias no tienen ningún ingreso. Así que gracias al Gobierno por este programa."
El trabajo infantil suele ser la moneda corriente en la zona y hay problemas de drogadicción entre los jóvenes. Pero ahora los padres ven una salida para sus hijos.
"Los maestros aquí también hacer un muchos sacrificios", añade la Sra. Obinchu. "Si un niño no tiene uniforme, nos unimos para comprarle uno; si un niño nos dice que no ha comido durante días, nos aseguramos de que se alimenta. Si los niños vienen sucios, los bañamos".
Un estudio reciente de Make Poverty History, reveló que la educación primaria universal en los países pobres costaría alrededor de 6 billones de euros al año, menos de que se gasta en los EE.UU. en helados.
 
En África, Kenya y Uganda están tomando la delantera en lo que a educación gratuita se refiere.


Pero Kapkenduiywa es una escuela terriblemente pobre, el hacinamiento es muy grande y se cuenta con tan solo una pequeña parcela de tierra que los niños pueden utilizar para jugar.
"Cuando llegué aquí, esto no llegaba a lo mínimo para parecer una escuela," recuerda la señora Obinchu. "Fui enviada aquí, porque estaba abierta - y las autoridades confiaban en que pronto iba a renunciar. No había baños y las aulas no cubrían tan siquiera la lluvia. Pensé, bueno, este es un lugar difícil pero Dios me mostrará lo que se tiene que hacer. Y entonces, llegó Kimani ... "
La noticia se propagó y los periodistas de Kenya acudieron a la escuela.
"Cuando el consejo de educación oyó hablar de Kimani, alguna gente pensó que estaba tratando de hacer un nombre para mí", dice la Sra. Obinchu. "Pronto me enteré de que iba a ser transferida”.

"Yo ya estaba preparando mis maletas cuando sucedió algo extraño. Kimani apareció en la televisión. A pesar de su edad, había ido a Nairobi en el autobús - un viaje de 10 horas – para hacerle una petición al Ministro de Educación. Él le dijo: 'Si mi maestro se mueve, voy a dejar de ir a la escuela. " Mi transferencia fue cancelada. "
Kimani dice:
"Este profesor ha sido tan bueno conmigo. No somso ni siquiera de la misma tribu y, sin embargo ella me ayudó a pesar de que es muy inusual para un hombre viejo ir a la escuela. Así que fui con el Ministerio a decirles".
Se le preguntó a Kimani lo que le gustaría ser cuando crezca. Pensó por un momento.
"Cuando yo sea grande", dice, riendo y con sus ojos llenos de lágrimas. "Me gustaría ser médico".
Se le pregunto si tenía alguna petición en especial y comentó:
"Cuando vayas a casa, por favor dale a la reina Isabel de Inglaterra, un mensaje", dice. "Me gustaría que ella sepa que nuestra escuela primaria en Kapkenduiywa es muy pobre y nos gustaría que dé algo de su dinero para ayudarnos. Gracias."
Kimani Maruge murió el 14 de agosto de 2009 de cáncer de estómago, en la casa de Cheshire para la Tercera Edad en Nairobi. Fue enterrado en su granja en Subukia.



 
 
 
Fuente: Mirror.co.uk
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